Tabasco, Historia de la Feria
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Hondo arraigo tienen las ferias metropolitanas y circunvecinas en Tabasco. Los viejos caminos flotantes de la región no sólo trasladaron personas a bordo de sus cayucos en peregrinación estacional o constante a las ciudades sagradas, sino también mercancías intercambiables para satisfacer la gula cotidiana y el justo permanente por el atuendo elegante de los antiguos señores de estos parajes; otros escondidos entre el follaje selvático que habría paso violento y elevado a la pirámides, desde cuyas cúspides, los mayas, olmecas y xicalangas, solían otear las inmensidades verdes de la tierra, ocres de los ríos y las azules del cielo y del mar, hasta que la negrura de la noche les ponían a observar el paso preciso y constante de los astros huidizos a la luz del sol.
El entre lanzamiento de los caminos terrestres con las vías acuáticas marítimas y fluviales discurriendo entre los desaparecidos bosques, tejieron el húmedo y feraz tapiz de las altas culturas de esta parte del Golfo de México, a base de intercambios de materiales preciosos que aumentan el valor y belleza al salir –más aún- hermosos de las manos delicadamente sublime de los artífices de esta región, igualmente diestros de dar diafanidad espiritual y tersura a las más duras piedras, troqueles dedicados a los metales más valiosos y elevada exultación inspirada a la más humilde arcilla y finalmente, valor de joya y testimonio imperecedero al hueso despreciado y a las hermosas plumas al parecer efímeras.
Y que no podrá decirse de las maderas preciosos caídas entre los finos dedos de los ebanistas, amanecidos antes del fuego horadador de cuencos para vasijas y cayucos y para tubos de cerbatanas, tunkules y teponaztles, así como para las puntas de la coa y el filo de sus herramientas pétreas y óseas talladoras de sus fibras duras, para modelo de la cerámica y la lapidaria ulteriores que, como se advierte, tienen las huellas imperecederas de la obra de los carpinteros antiguos, en esas ciudades, ahora arqueológicas, perennemente decoradas por sus discípulos: alarifes de Comalcalco , Pomoná, Reforma y cuanto de maya pueda evocarse como ejemplo de la arquitectura astronómica, vegetal y zoológica, dispersada por toda la América Central y otros de los meridianos y paralelos de nuestro continente, madurada al calor del sol, el sereno de la luna y el relente de las estrellas. Desde la época de los sacerdotes escultores de la lapidaria olmeca formaron de sus imágenes inconfundibles los legados de la Venta y las de obras que dejaron en otros puntos más desparramados por la cuenca entera del Atoyac y del Balsas,.
Si la imaginación acude en nuestra ayuda, llegaron a ellos las ferias olvidadas a las que convocaron los sonoros y broncos tunkules y teponaztles y los ululantes caracoles, dominando a nuestras contemporáneas mariposas musicales, flotando sobre los xilophonos (jilófonos) marimberos, navegando río arriba de las comarcas asomándose a sus orillas, imponiendo silencio a las orquestaciones emplumadas de la selva, al rugir de los felinos del monte, al graznar de la pea celeste y al desgarrado y estremecedor lamento del saraguate que opaca el mugido, por demás bucólico, de las reses.
Es cierto que aquellas ferias se esfumaron sin dejar memoria de transacciones mercantiles a su paso por la prehistoria, rica en la oferta y la demanda de fetiches, dijes, amuletos y penates propiciatorios de la fertilidad zoológica y vegetal, así como de la reproducción humana y divina y también de la recurrencia sin solución de continuidad de los astros vespertinos, matinales y diurnos, cuya corriente inacabable, como la de los ríos y los vientos alternos y las tempestades periódicas, señalaban la iniciación y los términos de las siembras y las cosechas, de las cacerías y las recolecciones, y los tiempos de holganza y festividades.
Las metrópolis sagradas, ordenadoras del tiempo, del movimiento de los cuerpos celestes y de los meteoros, prodigadores todos de la vida fugosa y de la muerte agostada, como simiente de los óbitos lamentables para las resurrecciones floridas, debieron tener intenso y apasionado tráfico, en compraventa de objetos mágicos y copia innumerable de satisfactores nutricios u ornamentales, caros a los sacerdotes y a los guerreros y acaso accesible, en alguna forma y grado también de los plebeyos.
Y a propósito, no se nos escape ver a través del tiempo a esa parte del comercio entablado entre los dioses y los hombres como víctimas y sacrificadores comunes devorándose entre sí, en realidad o en efigie. Y no abandonemos en este acápite la solvencia farmacéutica de los chamanes, hierberos hierberas con sus botánicas, mineralogía y zoológica, medicinales, sentados en sus tianguis,..
GENESIS DE LAS EXPOSICIONES REGIONALES DE TABASCO.
1880 - 2000
Las exposiciones en Tabasco, no se iniciaron durante el gobierno de Garrido Canabal; tampoco en 1899 como generalmente se acepta, sino que, la primera exposición que se llevó acabo en el estado de Tabasco, data de 1880, y tuvo como sede la famosa Casa de Piedra ubicada frente al costado poniente de Plaza de Armas, en el mismo sitio que hoy ocupa el Congreso del Estado.
La exposición de 1880 fue de carácter artístico e industrial patrocinada por el vicegobernador don Manuel Foucher. La junta calificadora de dicha exposición se integró por los señores Eligio Gutiérrez, Tiburcio D. Vázquez, José Sánchez Díaz, Carlos Casasús, Marcos Ruiz de la Peña, Gil María Espinosa y Antonio Figueroa Arcila, quienes otorgaron los premios correspondientes a los mejores trabajos allí presentados, que revelaban la creatividad de los tabasqueños, como una máquina para hacer tejas expuesta por don Evaristo Enríquez y baúles blindados que construía don Buenaventura Bonfil, padre de la eximia artista Esperanza Iris.
Para 1881 tuvo lugar la segunda exposición artístico industrial, inaugurándose el 5 de mayo en la misma Casa de Piedra, donde se premiaron entre muchos objetos exhibidos, una máquina de lavar café que presentó don Evaristo Enrique y muchos trabajos artísticos y artesanales como cuadros pintados al óleo por Hipólito Pérez y José María Alejandro y nos retratos al lápiz por el entonces jovencito Rosendo Taracena.
La tercera exposición que se anunció para el 5 de mayo de 1882, parece que ya no se llevó a cabo. Los datos sobre estas exposiciones los encontramos en el periódico “La Reforma”, números correspondientes al 28 de mayo de 1880 y al 30 de mayo de 1881”.
El 28 de mayo de 1899, en la antigua finca “Moscardini” situada en lo que hoy se conoce como colonia Casa Blanca a orillas del Grijalva y al norte de la ciudad de Villahermosa, donde después sería el Tívoli Renovador”, se montó la primera Exposición Regional Tabasqueña de Plantas, Flores y Frutas, patrocinada por la Sociedad de Concursos que presidía el maestro Alberto Correa Zapata, verdadero promotor de la exposición, en la que participó activamente como organizador, el sabio naturalista José N. Rovírosa.
Los informes sobre esta exposición, provienen de la obra Bibliografía General de Tabasco, del maestro Francisco J. Santamaría.
A mayor abundamiento, trascribimos unos párrafos del discurso pronunciado por el sabio naturalista don José N. Rovírosa, al inaugurarse la citada exposición:
A una bondadosa invitación del Presidente de la Junta Directiva, debo la honra de dirigidos la palabra en el momento solemne en que se inaugura el primer certamen de este género en Tabasco. Al cumplir esta difícil misión, siento que mi ánimo desfallece, que el temor embarga mi voz, ante la consideración de mi insuficiencia y lo grandioso del objeto que nos reúne en este lugar”.
El 21 de abril de 1915 en el teatro Merino de la capital del estado, el general José Domingo Ramírez Garrido sustentó una conferencia a invitación de la Junta Auxiliar de Higiene y Mejoras Materiales, con el sugestivo título de “El Alma Tabasqueña “ en la que realiza un profundo análisis del tabasqueño y su entorno cultural, ofreciendo al final los que él llamó “puntos de un futuro programa regenerador” entre los que sobresale el de: “ Establecer exposiciones de agricultura y ganadería, lo que sería sumamente benéfico para los dueños de haciendas así como para los como para los comunicadores; pues 0sabrían sin necesidad de andar adivinando, donde podrían encontrar los mejores productos agrícolas y el mejor ganado. La misma conveniencia impulsaría a los rancheros a mejorar sus productos, para exponer los mejores ejemplares. El Gobierno, imitando al Ministerio de Agricultura de Bélgica, acordaría subsidios para ayudar a cubrir los gastos de estas exposiciones y concursos.
“Establecer premios para estos concursos y exposiciones. Ya José Eduardo Cárdenas pedía en su “Memoria” una distinción nacional de honor para todo agricultor que promoviese el mejor laborío de lo indígena y exótico. Siempre he creído que estas recompensas son justísimas pues a la par que desarrollan el amor propio en noble forma, sirven de poderoso estímulo. Últimamente se había hecho costumbre en México que las casas comerciales otorgasen los premios en los concursos de esa índole. Quizá esta costumbre pudiera implantarse entre nosotros además de que la Junta y el Gobierno contribuirían con sus respectivos premios”.
Como el texto de la conferencia anterior se editó el mismo año de 1915 en un folleto, es casi seguro que llegó a las manos de Tomás Garrido Canabal; quien hizo suya la idea y no descansó hasta convertirla en realidad. El hecho de que precisamente los premios que se otorgaban en las exposiciones garridistas fuesen donados por comerciantes, ganaderos e industriales, así como por el gobierno del estado y el ayuntamiento del municipio de Centro, como aconsejaba el general Ramírez Garrido, reafirma nuestra suposición.
Sobre la génesis de las exposiciones de Tabasco implementadas por Garrido Canabal, nos informa el periodista Trinidad Malpica Hernández en opúsculo publicado en el libro que con el título de Tabasco, sus exposiciones y su folklore editó el gobierno del estado en1976.Dejémosle la palabra: “ Desde 1927 Don Tomás Garrido Canabal venia acariciando la idea de hacer una exposición regional, agrícola, ganadera, pero no encontró el sitio apropiado en Villahermosa, de allí que la primera exposición de esta índole, se efectuara en la ciudad y Puerto de Frontera, siendo inaugurada por el general Alvaro Obregón quien visitaba a Tabasco en su segunda campaña presidencial, precisamente en marzo de 1928.
“La segunda exposición regional ya no fue solamente agrícola y ganadera sino también industrial y artística.
“Existía por aquel entonces una finca llamada “Santa Gertrudis” que ocupaba los terrenos de la antigua estación agrícola experimental, esa finca abarcaba desde lo que hoy es conocido como Prados de Villahermosa y Fraccionamiento Bonanza, hasta la laguna entonces de “El Negro” ,terreno que era propiedad del español Don Santiago Fernández que se lo vendió al también español Don Manuel Amieva, quien a su vez de hecho lo regaló al gobierno de Garrido. Era un lomerío con grandes zarzales en que destacaban una Ceiba milenaria y una veintena de árboles frondosos de mango; entre los zarzales y acahuales abundaban las serpientes venenosas y en las aguas de la laguna había mucho lagarto, habiéndose logrado cazar a dos enormes saurios que medían como siete metros de largo cada uno.
“Se trabajó día y noche durante meses, barriendo acahuales, limpiando los jacintales de la laguna y rellenando las orillas del poético lago y construyendo un pequeño balneario llamado “El Corozo”y multitud de kioscos para exponer productos agrícolas, ganaderos y artísticos de los 17 municipios del Estado y de pueblos como Tamulté y Atasta; así se efectuó la segunda exposición regional agrícola, ganadera, industrial y artística en la primavera del año de 1929; fue tanto el éxito alcanzado por esta fiesta del pueblo, que a pesar de que un fuerte norte estuvo azotando la región y de los grandes lodazales que se formaban; verdaderamente enjambres de hombres y mujeres sobre todo jóvenes, acudían al lugar en que se efectuó esta exposición que había de llegar ha ser tradicional.
“En estas exposiciones se exponían exclusivamente productos de Tabasco como cereales, frutas, maderas preciosas, jabones, refacciones para motores fundidas en Tabasco, mieles, animales, ganado criollo y ejemplares de razas importadas; también se exponían los trabajos de las escuelas: mapas, dibujos, sobrecamas, bordados y por último, pinturas artísticas y estudios fotográficos.
“Desde un principio se organizaron congresos obreros, asambleas científicas, concursos de zapateados, concursos del niño sano, concursos de canciones y de música tabasqueña.
“Se iniciaban las exposiciones con un desfile de charros y chinas poblanas que salían del frente del palacio de Gobierno. Se elegía una mensajera del progreso por cada municipio y una representante de la raza, todas ellas montaban magníficos caballos y eran escoltadas por los charros. Atrás iba el pueblo en los escasos automóviles y camiones que había entonces; pero la mayoría iba a pie, marimbas y bandas de músicas alegraban la fiesta y desfile. Se iniciaba el festejo las 9 de la mañana y se terminaba a las 12 de la noche, tocando las golondrinas en todos y cada uno de los kioscos. Estaba prohibido tirar voladores y tocar música extranjera.
En la mañana había kioscos en donde se obsequiaba leche, chorote y conservas, a las familias campesinas venidas de lejos y claro que se colocaban muchos pobres de la ciudad.
A más de los kioscos que eran construidos con motivos regionales, había docenas de arriates con flores y fuentes; los arriates estaban construidos simulando a la perfección lagartos, rosas y otras figuras figuras decorativas y de gran belleza que están hechas de piedras de regular tamaño y pintadas de blanco.
En la parte alta de la ceiba se construyó algo que se hizo famoso y que se llamó “el nido de águilas”, al cual se subía por una escalera de caracol que daba acceso a un tablado resistente, firme y seguro, en que podían danzar hasta 9 parejas. No se permitía que subiera demasiada gente, y personas encargadas para el efecto vigilaban que las parejas bailaran solamente 3 o 4 piezas para que todos, sin distinción, pudieran gozar de aquel paraje.
Por otro lado había un intricado laberinto hecho con arrayanes. Este singular atractivo fue construido por un japonés y era el sitio preferido para las parejas de enamorados, este mismo japonés fue el que construyó los arriates de que hemos hablado.
Unos de los números más atrayentes en estas exposiciones, fue el llamado mapa de Tabasco, diseñado e inspirado por el artista Ángel Gil Hermida y el Profr. Marcelino Cabieces Azcué. El mapa tenía una altura de 2 metros para ir declinando hasta una altura de 80 centímetros. En el figuraban todos los municipios y en el centro de cada uno de ellos había una especie de tribuna de la que iba emergiendo una bella señorita ataviada con traje dibujado con motivos propios de cada región. La de Tenosique, aparecía con traje que simulaba cedros y caobas; la de Macuspana, con torres de petróleos; la de Paraíso con mariscos; la de Comalcalco, con mazorcas y matas de cacao; la de Cárdenas, con caña de azúcar, la de Jalpa, con jicaritas bordadas y así sucesivamente, hasta emerger una hermosa de tez morena que vestía el traje regional y a la que se le daba el nombre de la “Flor de la Raza”. Cada una de estas mujeres pronunciaba una breve composición literaria aludiendo al municipio que representaba y a sus hechos históricos y distintivos cultura.
Cuando las exposiciones regionales de Tabasco sólo eran un recuerdo, en 1956 el general Miguel Orrico de los Llanos, gobernador sustituto del estado, las reinicia teniendo como sede el mismo sitio que abergara las instituidas por Garrido Canabal; sitio que el gobernador Noé de la Flor convirtió en un hermoso paseo al que nombró Parque Tabasco.
Las exposiciones que se llevaron al cabo durante el régimen del general Orrico, sólo diferían de las garridistas en el hecho de que no imperaba la ley seca, ni se prohibía la interpretación de música extranjera. El nombre oficial de estas fiestas de trabajo fue de “ Exposición Regional Agrícola, Ganadera, Industrial, Comercial y Artística de Tabasco”, mismo que conservó durante los gobiernos del Lic. Carlos A. Madrazo y de don Manuel R. Mora.
A partir de 1957, la exposición de Tabasco se enriqueció con la celebración del llamado “Baile de Embajadoras” en el que se eligió por primera vez dentro de este festejo, a “La Flor más bella de Tabasco”.
De los años setenta a nuestro días, se ha variado el nombre de la que constituye la máxima fiesta de Tabasco, llamándole desaprensivamente “Expo Tab”, “Feria del Desarrollo”, Feria de la Consolidación” y otros nombres más en los que, como puede advertirse, se cambió el sustantivo de exposición que tuvo desde sus inicios, por el de feria.
En los últimos años la exposición regional de Tabasco que en este 1996 llegó a su celebración 50, se ha hecho más vistosa al adicionársele desfiles de carros y barcos alegóricos, entre otros festejos.
Hasta 1981 las exposiciones se desarrollaron en el sitio que las vio nacer a fines de los años veinte; a partir de 1982, se realizan en el parque La Choca, construido ex profeso durante el gobierno del ingeniero Leandro Rovirasa Wade.
En 1998 siendo gobernador el Licenciado Roberto Madrazo Pintado, se termina la construcción del nuevo recinto ferial que alberga amplias instalaciones para la comercialización de productos, exposición ganadera, palenque de gallos, teatro al aire libre, pabellones para exposiciones, delfinario, área para juegos mecánicos, laguna interior, más de 7,000 cajones de estacionamiento y 50 mil mts2. de andadores entre otras áreas. La nueva sede llamada “Parque Tabasco” es en estos momentos el recinto ferial más grande de todo el país.
Con el paso de los años, esta celebración se ha enriquecido con ; muestra gastronómica, recorridos de embajadoras a los municipios, feria del libro, delfines, circo, bailes populares y múltiples eventos deportivos, artísticos y culturales. El baile de Embajadoras, aun es el evento que reúne la pasión, el entusiasmo y la alegría que caracteriza a los tabasqueños.
La Feria Regional de Tabasco sigue siendo motivo de reafirmación de nuestra más puras esencias de identificación con nuestras raíces culturales y muestra del trabajo fecundo y creador de este pueblo generoso, alegre y hospitalario, de espíritu liberal y contagiosa alegría, mismas que se hacen presente en cada feria manteniendo viva una festiva tradición tabasqueña.
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